América latina es un continente de más de 500 millones de personas, su sociedad es fuertemente dual, con baja proporción de clases medias y diferencias muy marcadas de pobreza y riqueza. En relación a la calidad de su urbanización, hay que partir de que los territorios no son homogéneos, presentando diferentes características, generalmente relacionados con su nivel de renta. Así no son lo mismo Buenos Aires, Santiago de Chile, Lima, Bogotá, Quito, Sao Paulo o La Habana, o a escala regional, Centro America, Sudamérica o México. A su vez, dentro de las metrópolis existe una geografía de la precariedad, diferenciándose muy claramente centros y periferias.
En el informe “Estado de las ciudades de América Latina y el Caribe 2012” se señala que:
-América Latina y el Caribe reúnen casi un 80% de su población en áreas urbanas
-El crecimiento urbano ha dado lugar a áreas metropolitanas y megarregiones urbanas.
-Una de cada cuatro personas en áreas urbanas es pobre y los índices de desigualdad de la región se sitúan entre los más altos del mundo generándose gran segregación entre la ciudad “formal” y la “informal”.
-Existe un déficit acumulado de viviendas con estándares mínimos para ser habitadas y con el 24% de la población urbana viven en tugurios.
-La región ha logrado mejoras en el acceso a agua y saneamiento, pero aún necesita avanzar para cumplir el compromiso de universalizar ambos servicios y garantizar su asequibilidad, frecuencia y calidad.
-La escasa planificación y las debilidades de las políticas urbanas han tenido como consecuencia la expansión de las ciudades siguiendo un modelo poco sostenible, con ausencia de espacios públicos accesibles para todos, que privilegia el automóvil en detrimento del transporte en común y mantiene o refuerza la segregación social y espacial.
En general, la mayoría del territorio urbano (mas de un 80%) está ocupado por áreas residenciales, y el paisaje de la periferia de las ciudades (tanto en Lima como en Bogotá o Caracas) está formado por asentamientos precarios (en cuanto viviendas autoconstruidas y tipo de desurbanización). Las invasiones (ocupaciones) marginales de Quito, (igual que las favelas en Brasil) previas a la urbanización, suelen ocupar las laderas de las montañas que rodean la metrópoli, y solo después de la legalización, en los casos en que se produce, se ubican los servicios. En América Latina lo público va detrás de lo privado y el Estado tiene menos influencia y presta menos servicios sociales que en Europa,(el porcentaje de impuestos es muy bajo, (10-15% de media) y los costes de urbanización son proporcionalmente altos.
Si se considera que en un área nueva el 35% del espacio puede estar ocupado por red viaria y se tienen en cuenta los costes de urbanización se verá efectivamente que la repercusión de la urbanización, sin considerar mantenimiento, sobre el coste de la vivienda es muy alto, sobre todo en áreas de baja densidad, aumentando exponencialmente los costes de transporte y redes de servicios en función de la dispersión y alejamiento de los centros urbanos. Según se señala en el Informe citado de Naciones Unidas:
“La dispersión de las ciudades en el territorio plantea grandes desafíos para su gestión y sostenibilidad. La perdida de densidad significa el aumento de los costos de todas las infraestructuras y su mantenimiento. Las ciudades mas extensas requieren mas carreteras, mas tuberías, cables y mas sistemas de transporte, y hacen que disminuyan las economías de escala y las ventajas de aglomeración”.
Manuel Doval PhD arquitecto urbanista Madrid 29 abril 2016